5 dic 2010

Van Gogh en las misiones

Hay personas que, como una droga de diseño o como un guerrero con una misión, son diseñadas con las energías exactas, con la posología perfecta, para configurar el programa existencial que le indique el destino, como lo fue el monje que dio el mapa del tesoro al conde de Montecristo, como lo fue Leónidas en las Termópilas. Cuando hay desastres, cuando hay guerras, los arietes son los que trazan la línea de fuego. Pero la de Venus es una rica energía.

Un poema es como un barco en alta mar, depende de las energías con las que se haya construido en el astillero de las páginas, y si tiene la fuerza de una rosa, correrá río abajo, hasta llegar al punto de su misión, su seguro puerto. Las maderas, los clavos, las telas para las velas, todos esos materiales o elementos influyen en la fabricación del barco, de la nave espacial porque navega entre las luces y las tinieblas de los tiempos, sin faro aparente que lo alumbre.

El barco en el que escapó Ulises de la isla de Ogigia, en donde las energías del amor de Calypso lo tenían atrapado, todavía existe en las aguas bravas del poema que abre sus páginas y ventanas en cada puerto en donde generoso desembarca a sus personajes y sus frutos.

El barco en el cual escapó Ulises todavía existe aunque haya naufragado.

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